A Coruña vuelve a tropezar con la misma piedra. Lo que debía ser una pequeña modificación urbana para mejorar la movilidad en el entorno de la calle Payo Gómez y facilitar el paso hacia la plaza de Pontevedra ha acabado en un nuevo caos circulatorio y una rectificación exprés. El nuevo carril habilitado en una de las arterias más transitadas del centro ha durado apenas unos minutos antes de ser anulado ante el evidente colapso del tráfico que generó.
La decisión, que parecía improvisada desde el inicio, convirtió una vía ya de por sí saturada en un embudo para vehículos y peatones, generando confusión entre conductores, bocinazos, cambios de sentido a la desesperada y, lo peor, la sensación de que las decisiones urbanísticas en la ciudad se toman sin planificación real. A última hora, y ante la presión ciudadana, el nuevo trazado fue desmantelado y todo volvió —mal que bien— a su estado original.
¿Improvisación o falta de dirección?
Este nuevo episodio se suma a una larga lista de fracasos urbanísticos en A Coruña. Cambios de sentido que duran semanas, carriles bici polémicos, pasos de peatones eliminados y vueltas atrás que parecen más fruto de la prueba-error que de un plan sólido para la ciudad.
La calle Payo Gómez es una zona clave de paso en el centro urbano. Tocar su circulación sin estudios detallados y sin haber comunicado correctamente el cambio a la ciudadanía solo ha servido para generar más malestar. ¿Cuántas veces más se va a improvisar con el urbanismo coruñés sin contar con técnicos, vecinos y comerciantes?
Fiestas sin cartel y con excusas
Y mientras las calles se colapsan por decisiones que duran minutos, las fiestas de María Pita 2025 arrancan sin cartel completo y con declaraciones que han encendido aún más los ánimos. El concejal de Fiestas, Gonzalo Castro, ha afirmado sin tapujos que “estamos mal acostumbrados” y que si los coruñeses quieren ver artistas de nivel “hay que pasar por taquilla”.
Sus palabras, a solo unos días del inicio oficial de las celebraciones, han sido recibidas con indignación por muchos ciudadanos. La programación de las fiestas, que tradicionalmente se presentaba semanas antes para generar expectación, sigue sin confirmar artistas de relevancia nacional o internacional. Tampoco se ha publicado el cartel del Festival Noroeste Pop Rock, uno de los eventos más esperados del verano en la ciudad.
Una ciudad que parece improvisar sobre la marcha
A Coruña da la sensación de vivir instalada en la improvisación. Cada vez más vecinos expresan su frustración por decisiones que afectan a su día a día sin previo aviso, sin consenso y sin planificación. Desde cambios de tráfico hasta programación cultural, todo parece dejarse para el último momento, y cuando algo sale mal, la respuesta institucional apunta a los ciudadanos: “están mal acostumbrados”.
Pero ¿de verdad están mal acostumbrados los coruñeses por esperar una ciudad que funcione, que se planifique con sentido y que ofrezca actividades culturales de nivel sin depender solo de su bolsillo?
Falta de transparencia y previsión
Lo ocurrido en la calle Payo Gómez no es un caso aislado. En los últimos años, se han sucedido intervenciones urbanísticas mal explicadas, sin consulta vecinal ni análisis previo de impacto. Y ahora, con las fiestas grandes a la vuelta de la esquina, el Ayuntamiento tampoco ofrece una comunicación clara ni un proyecto cultural a la altura de una ciudad que aspira a ser referente del noroeste peninsular.
Sin cartel, sin estrellas invitadas y con declaraciones que culpan al público, el Ayuntamiento parece más preocupado por justificar su inacción que por ofrecer soluciones reales.
Los coruñeses merecen más
Lo que está en juego no es solo un carril mal diseñado o una fiesta mal organizada. Es la imagen de una ciudad que parece ir a la deriva, que necesita recuperar la confianza de sus vecinos y apostar por una gestión seria, transparente y participativa.
A Coruña tiene potencial, talento y ciudadanía suficiente como para no conformarse con chapuzas y excusas. Porque no, no estamos mal acostumbrados. Estamos simplemente cansados de que las cosas se hagan mal.

