Tras meses de intensas protestas, cortes de tráfico en la ronda de Outeiro, caceroladas y numerosos escritos dirigidos a la alcaldía, los vecinos de las Casas de Franco han conseguido su objetivo: la demolición del muro que les afectaba.
Parece que el mecanismo de escucha de este gobierno es mediante la protesta vecinal
Meses de Protestas y Esfuerzo Vecinal
La persistencia de los vecinos de las Casas de Franco fue clave para alcanzar este resultado. Durante meses, llevaron a cabo múltiples acciones de protesta, incluyendo caceroladas y cortes de tráfico en una de las principales arterias de la ciudad, la ronda de Outeiro. Además, realizaron una campaña de presión a través de escritos a la alcaldía, demandando una solución a su problema.
Alternativa de Fenosa y Solución Final
Finalmente, la empresa Fenosa propuso una alternativa viable que solucionó el problema al devolver el cableado a su antiguo trazado, pegado a la fachada. Este plan incluye la renovación de las conducciones existentes, lo que ha permitido bajar todo a cota 0.
Reorganización del Espacio
La reconfiguración del espacio incluye la reserva de un tercio de la franja pegada a la calzada para contenedores, áreas de carga y descarga, y paradas de 15 minutos para personas con discapacidad. Sin embargo, la salida a los tres portales y el parterre desaparecerá, lo que cambiará significativamente el acceso y uso de estos espacios por parte de los vecinos.
El Poder de la Protesta Vecinal
Este logro es un claro ejemplo de cómo la protesta vecinal puede influir en las decisiones del gobierno local. No es la primera vez que esto ocurre en la ciudad. Recientemente, las protestas en la calle Vizcaya lograron la intervención policial en un narcopiso que había estado causando problemas en el vecindario. En Monte Alto, la situación solo recibió atención después de que el hartazgo vecinal llevó las protestas a niveles nunca antes vistos, lo que obligó al gobierno de Inés Rey a intervenir.