Cuatro Caminos, un ejemplo del abandono institucional
La limpieza de las calles se ha convertido en un tema recurrente de debate en A Coruña, donde las posturas se dividen entre quienes responsabilizan a la ciudadanía por no respetar las normas cívicas y quienes señalan a las autoridades municipales por su deficiente gestión de los servicios públicos. Sin embargo, cuando la suciedad se acumula durante meses —o incluso años—, la balanza de la responsabilidad se inclina claramente hacia el gobierno local, que no está cumpliendo con su obligación de garantizar un entorno digno para los coruñeses.
El barrio de Cuatro Caminos, concretamente en la zona inicial de la Ronda de Nelle, frente a la iglesia de San Pedro de Mezonzo, es un claro reflejo de este abandono. Las escaleras públicas aparecen invadidas por maleza, con hierbas que llevan tanto tiempo creciendo que ya forman parte del paisaje urbano. La basura acumulada alrededor no es fruto de un descuido puntual, sino de una negligencia prolongada. Esta imagen no es una excepción: barrios como Sagrada Familia, Labañou y otros muchos presentan problemas similares, a pesar de que sus residentes contribuyen con sus impuestos al mismo nivel que los vecinos de zonas más céntricas, como la plaza de María Pita, donde las barredoras y limpieza con agua son una constante.
La gestión municipal, bajo sospecha
El Ayuntamiento de A Coruña ha admitido en el pasado que no realiza un seguimiento adecuado de los contratos millonarios adjudicados a las empresas de limpieza. Un ejemplo escandaloso fue la condonación de casi 8 millones de euros a la UTE Albada, gestora de la planta de tratamiento de residuos, sin que mediara una justificación clara. Este hecho no solo evidencia una falta de control, sino que plantea serias dudas sobre si el gobierno municipal prioriza los intereses de las empresas contratistas sobre los derechos de los ciudadanos.
Hay dos posibles explicaciones para esta situación: o bien el equipo de gobierno es incapaz de gestionar estos contratos de manera eficiente, o bien prefiere mirar hacia otro lado mientras las empresas recortan servicios para maximizar beneficios. En ambos casos, el resultado es el mismo: una ciudad sucia y un malgasto del dinero público.
La limpieza es una responsabilidad compartida, pero la gestión es municipal
Nadie niega que los vecinos deben colaborar manteniendo comportamientos cívicos, pero cuando la suciedad se cronifica, la responsabilidad recae en quienes tienen la obligación legal y los recursos para evitarlo. La alcaldesa o en quien delega la gestión son los encargados de la limpieza viaria, debe rendir cuentas, y el gobierno local está fallando en su deber de exigir transparencia y eficiencia.
Mientras en el centro de la ciudad se despliegan medios para mantener una imagen impecable, los barrios periféricos sufren un trato desigual. Los coruñeses merecen respuestas: ¿por qué no se fiscalizan estos contratos? ¿Por qué se permiten condonaciones millonarias sin contrapartidas? ¿Por qué algunas zonas de la ciudad son sistemáticamente olvidadas?
Es hora de que el Ayuntamiento asuma su responsabilidad, revise los acuerdos con las empresas de limpieza y garantice un servicio equitativo para todos los barrios. Los impuestos de los ciudadanos no pueden seguir financiando una gestión opaca e ineficiente que perjudica la calidad de vida en A Coruña.