Vecinos denuncian ruidos insoportables hasta las 7:00 de la madrugada durante las celebraciones. «Así no», exigen regulación
El Carnaval es, sin duda, una de las festividades más esperadas y vibrantes del año. Sin embargo, en el barrio de Orzán-Pescadería, esta celebración ha dejado de ser sinónimo de alegría para convertirse en un problema que afecta gravemente la calidad de vida de sus residentes. Numerosas familias se han visto obligadas a soportar niveles de ruido insoportables durante las madrugadas, lo que ha generado un malestar generalizado y una oleada de quejas ante la Agrupación de Vecinos.
Durante los cuatro días de Carnaval, los residentes de seis puntos clave del barrio, entre ellos Fuente Luisa, han documentado con videos y testimonios el ruido infernal que les ha impedido descansar. Las grabaciones, realizadas entre las 3:00 y las 7:00 de la madrugada, muestran carrozas, música a todo volumen y celebraciones que se prolongan hasta el amanecer. Los vecinos, exhaustos, denuncian que esta situación no solo les afecta durante el Carnaval, sino que se repite a lo largo del año con otras festividades como San Patricio, San Juan, el Orgullo Gay y Navidades.
“Esta noche fue terrible. Estuvieron hasta las 7:00 haciendo ruido. El silencio llegó a las 7:15, pero a las 8:00 ya estaban las máquinas de limpieza”, relata un vecino de Fuente Luisa, quien asegura que la situación es insostenible. Personas enfermas, trabajadores y niños son los más perjudicados por esta falta de consideración hacia el descanso nocturno.
La opinión generalizada entre los residentes es clara: no se trata de prohibir el Carnaval, sino de regularlo. Piden que se establezcan límites tanto en el horario como en el volumen del ruido generado durante las celebraciones. “La libertad de uno termina donde empieza el derecho del vecino”, recalcan. Y es que, aunque la fiesta es un derecho, el descanso también lo es.
Desde la Agrupación de Vecinos de Orzán-Pescadería, se ha hecho un llamamiento al Ayuntamiento para que tome medidas concretas. “Es perfectamente compatible celebrar el Carnaval sin perjudicar el descanso de los vecinos, pero así no”, afirman. Proponen que las celebraciones nocturnas finalicen a una hora razonable, que se controle el volumen de la música y que se promuevan más actividades diurnas para evitar que la fiesta se convierta en una pesadilla para quienes viven en el barrio.
El Carnaval es una tradición que debe unir, no dividir. Es momento de que las autoridades, los organizadores de eventos y los vecinos trabajen juntos para encontrar soluciones que permitan disfrutar de la fiesta sin sacrificar el bienestar de la comunidad. Porque, al final, la verdadera celebración es aquella que respeta a todos. Así no, pero sí se puede.
