Desde los años 90 el barrio anteriormente conocido como Ofimático ha sido fuente de debates, denuncias y enfrentamientos, parece que no tendrá final feliz para muchos vecinos.
El Parque Ofimático de A Coruña, concebido originalmente como un complejo de oficinas, ha experimentado una transformación significativa a lo largo de los años, convirtiéndose en un polígono residencial que ha generado una serie de desafíos y conflictos entre el Ayuntamiento y los residentes. Inicialmente planificado en la década de 1990 por Francisco Vázquez, el proyecto ha evolucionado para dar cabida a aproximadamente 2.000 viviendas, entre promotores privados y cooperativas.
Sin embargo, el camino hacia la finalización del Parque Ofimático ha sido largo y lleno de obstáculos. Después de años de retraso, en octubre de 2018 se presentó un proyecto de obras de urbanización pendientes en el polígono, con el objetivo de completar la infraestructura necesaria para dar salida a la mayor parte del suelo urbanizable del área. Este proyecto, que abarca la finalización de vías públicas, aceras, zonas verdes, servicios y mobiliario urbano, está programado para durar aproximadamente 18 meses y cuenta con un presupuesto de 14 millones de euros.
Entre las características destacadas del proyecto se encuentra la plantación de 2.000 árboles autóctonos, la creación de un carril bici que atraviesa el parque y la instalación de zonas de césped, arbustos, fuentes y bancos públicos. Sin embargo, a pesar de estos avances, aún persisten desafíos importantes. Tres bloques de viviendas ya están terminados, pero los propietarios no pueden entrar a vivir debido a la falta de licencia de primera ocupación, principalmente debido a la conexión de los edificios a la red eléctrica, un proceso que aún está pendiente de completarse.
Los problemas en el barrio parecen no terminar nunca
Tras el periplo de urbanización del barrio llegan las gestoras, cooperativas y constructoras, A finales de años cuatro bloques de viviendas estaban pendientes de las acometidas de agua para poder habitar sus viviendas. Anteriormente las conexiones de luz también habían sido un quebradero de cabeza para los nuevos propietarios.
Ahora las cooperativas parecen ahogar a los futuros vecinos
Un proyecto de vivienda que prometía estabilidad y seguridad a sus futuros propietarios ha generado controversia y descontento entre sus miembros. Setenta familias, parte de una cooperativa de vivienda de protección autonómica en la parcela Z33, se sienten engañadas y frustradas por los cambios imprevistos en los precios y los retrasos en la entrega de sus hogares.
En un principio, la gestora de la cooperativa les ofreció precios atractivos, oscilando entre 150.000 y 170.000 euros por apartamento. Sin embargo, ahora se enfrentan a la realidad de tener que pagar entre 40.000 y 50.000 euros más de lo acordado inicialmente. Esta abrupta subida de precios ha dejado a muchos de los cooperativistas en una situación financiera difícil, especialmente aquellos que ya han abonado el 20 % del importe y ahora se ven obligados a enfrentarse a costos adicionales imprevistos.