14/11/2025

El IMCE: Instituto Municipal del Cachondeo Económico

Foto: Redes y Mundiario

El humorista

Un viaje alucinante por las cuentas de 2023, donde la cultura se disfraza de fiesta y los números bailan más que los asistentes a los eventos

En un giro inesperado que ha dejado a más de uno con la boca abierta (y a otros con la cartera vacía), el IMCE (Instituto Municipal Coruña Espectáculos) ha demostrado que no hay límites para la creatividad… financiera. El informe de cuentas de 2023 ha revelado que lo que empezó como un humilde instituto cultural se ha convertido en el epicentro de la fiesta, el derroche y el misterioso arte de los «otros gastos».

El protagonista de este sainete es Gonzalo Castro, alias Gonzalo Henrique, un hombre con experiencia en Carrumeiro SA (no la de los mejillones, aunque aquí parece que se ha dedicado a abrir otras latas). Bajo su mandato, el IMCE ha logrado lo impensable: un patrimonio neto negativo de 2.010.728,31 €. Vamos, que si el IMCE fuera una persona, estaría pidiendo un préstamo para pagar otro préstamo.

Pero no todo es negativo (bueno, sí, el patrimonio). La partida de «otros gastos» ha sido la estrella indiscutible del año, aumentando un espectacular 62,53% y alcanzando la friolera de 13 millones de euros. ¿Qué hay en ese cajón de sastre? Nadie lo sabe con certeza, pero rumores no confirmados sugieren que podría incluir desde globos de colores hasta un seguro para extraterrestres por si acaso deciden aterrizar en la próxima fiesta del pueblo.

Y hablando de fiestas, el IMCE ha demostrado que no hay celebración pequeña si hay un presupuesto grande. La partida de fiestas populares y festejos ha alcanzado los 9,6 millones de euros, lo que nos hace preguntarnos: ¿estamos hablando de un instituto cultural o de un organizador de bodas de alto standing? Porque, sinceramente, con ese presupuesto, hasta el cumpleaños de tu tía abuela podría tener fuegos artificiales y un concierto de Bad Bunny.

Pero no todo es diversión y juegos en el IMCE. La falta de transparencia ha sido otro de los puntos destacados. Los contratos no se publican en la plataforma de licitaciones del Estado, lo que ha llevado a algunos a preguntarse si los proveedores son elegidos mediante un concurso de tarot o una partida de póker.

Y mientras tanto, las subvenciones del ayuntamiento fluyen como el champán en una boda real. ¿El problema? Que no están sujetas a la misma fiscalización que las cuentas municipales, lo que ha llevado a algunos a bautizar al IMCE como el «chiringuito financiero» del año.

En resumen, el IMCE ha pasado de ser un instituto cultural a un «Instituto de la Fiesta Eterna», donde los números bailan, los gastos se multiplican y la transparencia brilla por su ausencia. Si esto fuera una película, se titularía «Despilfarro a lo grande: El musical», y Gonzalo Castro sería el protagonista, aunque quizá no por mucho tiempo.

Mientras tanto, los ciudadanos se preguntan: ¿qué será lo próximo? ¿Un presupuesto para montar una montaña rusa en la plaza del pueblo? ¿O tal vez un fondo para importar arena de las Maldivas y convertir el parque municipal en una playa tropical? Con el IMCE, todo parece posible… menos, claro está, rendir cuentas de manera transparente.

Epílogo:
Si usted está buscando un lugar donde el dinero público se gaste con alegría y sin preguntas, ya sabe: el IMCE es su sitio. Pero si lo que quiere es cultura, quizá sea mejor ir a la biblioteca. Allí, al menos, los únicos números que bailan son los de las páginas de los libros.

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