Hace semanas que en el entorno de las obras no se ve a operarios trabajando, y la maquinaria necesaria también se ha retirado.
Mientras el verano enfila sin pausa su tramo final, el Ayuntamiento prosigue sin prisas las obras de reforma en el Paseo Marítimo. Unas obras que empezaron el invierno pasado, prosiguieron en primavera y verano, y no parece claro que se vayan a rematar antes del otoño. Esta arteria, fundamental para la movilidad, el ocio y la imagen de la ciudad, acumula meses con el tráfico cortado y un laberinto de vallas que afea una de las postales emblemáticas de la ciudad. Las molestias a los peatones, la eliminación de plazas de aparcamiento y la conversión del carril bici en una suerte de prueba free-style son otras de las inconveniencias derivadas de la situación del tramo que transcurre entre San Amaro y el Rectorado.
Hace semanas que en el entorno de las obras no se ve a operarios trabajando, y la maquinaria necesaria también se ha retirado. Lo que queda son trabajos a medias y la señalética vertical. Y una vía principal para el tráfico de la ciudad semi-inutilizada sin fecha para su reapertura completa al tráfico. Un tráfico que, con el inicio del próximo curso académico y de las actividades deportivas extraescolares en los campos de la Torre, se va a ver de nuevo perjudicado por este retraso.
Vivaldi tardó unos dos años en componer su obra maestra, Las Cuatro Estaciones; esperemos que el Concello no necesite tanto tiempo para rematar lo que debería ser una obra rutinaria de simple mantenimiento. Y que, si el curso académico empieza con las obras suspendidas, no remate con un “suspenso en obras” en el boletín de notas del Ayuntamiento.