El sistema sanitario aplica medidas parciales sin resolver el desequilibrio estructural entre demanda creciente y capacidad asistencial
Sin duda, los datos recientes sobre las listas de espera sanitarias en España son preocupantes, especialmente por la acumulación y cronicidad que muestran.
A finales de 2024, había aproximadamente 846.583 personas pendientes de una intervención quirúrgica, una ligera reducción del 0,35 % respecto a 2023.
Sin embargo, la espera media sigue siendo alta, con unos 126 días —4 meses— para acceder al quirófano, y casi un 23 % llevan más de 6 meses esperando.
En la primera consulta con especialista también aumentan las demoras: la espera media es de 105 días, y el 62 % de los pacientes esperan más de 60 días para ver al especialista.
En resumen: aunque el número de intervenciones quirúrgicas ha aumentado levemente, las listas de espera para consultas y operaciones siguen siendo altas y han continuado creciendo a lo largo de una década.
En los últimos 10 años, la lista quirúrgica ha crecido un 65 %: de 512.000 en 2014 a 847.000 en 2024 y la espera media para operarse pasó de 87 días a 126 días.
Este aumento constante muestra una clara cronicidad del problema, por falta de capacidad de respuesta estructural.
Contrastes autonómicos
- Galicia mantiene una de las mejores cifras en esperas quirúrgicas: media de 67 días, muy por debajo de la media nacional.
- Las mejores comunidades son País Vasco, Madrid y Comunidad Valenciana, que lideran con los plazos más cortos (Madrid con 46 días de media).
- Otras comunidades como Extremadura (178 días), Andalucía (174) o Cantabria (173) se encuentran en los tiempos de espera más elevados para cirugía.
¿Por qué es alarmante?
- Existen retrasos en diagnósticos y tratamientos, lo que agrava enfermedades y reduce las opciones terapéuticas.
- Se produce un impacto emocional y económico en pacientes que sufren ansiedad, complicaciones o pérdida de productividad.
- Se provocan desigualdades territoriales que reflejan diferencias estructurales en recursos y gestión.
- Por último, la ineficiencia de la sanidad pública provoca desplazamiento de pacientes al sistema privado, con casi 12,6 millones de personas recurriendo a la sanidad privada, que ya realiza el 42 % de las cirugías.
¿Hay algo que cambie?
- Castilla‑La Mancha destaca en la agilidad de las consultas: 56 días de espera media, muy por debajo de los 140 días de la media nacional.
- En Andalucía, su Plan de Garantía Sanitaria redujo el porcentaje de pacientes fuera de plazo quirúrgico del 37 % al 24 % y rebajó esperas de 150 a 120 días
- Cataluña aplica un modelo piloto en primaria para agilizar procesos médicos y administrativos, diseñado para mejorar la atención a los pacientes.
Pero estas buenas prácticas no han sido aún suficientes para revertir la tendencia general.
Evaluación final y recomendaciones
- Las listas de espera siguen siendo muy extensas y duraderas, con más de 4 millones de consultas pendientes y casi 850.000 cirugías atrasadas.
- Aunque hay avances aislados, falta una estrategia nacional coordinada para incrementar plantilla, eficiencia, inversión en primaria y telemedicina.
- El refuerzo local (como el plan andaluz o los modelos madrileño y manchego) funciona, pero debería replicarse con voluntad política y recursos sostenidos.
Que la evolución de algunos indicadores parezca favorable, mientras las listas de espera siguen creciendo, es una paradoja que refleja problemas estructurales más profundos del sistema sanitario.
¿Por qué las listas de espera pueden crecer a pesar de mejoras puntuales?
- La demanda no deja de crecer
- El envejecimiento de la población causa más enfermedades crónicas y más operaciones.
- El aumento de la esperanza de vida también incide en más consultas y tratamientos por persona.
- El incremento de la concienciación social sobre la importancia de la salud provoca que la gente consulte antes sus problemas, se piden más pruebas y esto exige más seguimiento.
- Por último, e impacto del COVID dejó un «efecto arrastre» que aún no se ha compensado del todo (retrasos acumulados en consultas y cirugías no urgentes).
- Los recursos sanitarios están al límite
- Es evidente que falta personal sanitario en toda España: médicos, anestesistas y enfermería en atención primaria y especializada.
- Las jubilaciones masivas de personal sanitario que se empiezan a producir en la generación del baby-boom (nacidos en los años 60 y 70) ha pillado al sistema sanitario con falta de previsión y no se garantiza el reemplazo suficiente.
- Además, existe poca flexibilidad organizativa en las agendas de citas, derivaciones a otros hospitales y todavía existe una baja digitalización.
- La saturación de la atención primaria provoca retrasos en la entrada del paciente al sistema especializado.
- Las “mejoras” a veces son parciales o estadísticas
- Un hospital puede reducir la media de espera operando muchos casos rápidos, pero aunasí tener miles de pacientes esperando.
- Los planes autonómicos pueden reducir listas fuera de plazo (ej. >180 días), pero no necesariamente rebajar el volumen total de pacientes en espera.
- En algunos casos, los datos mejoran por derivaciones a la sanidad privada concertada con el sistema público, lo que no siempre soluciona el problema de fondo.
- La sanidad pública no tiene capacidad real de absorción
- Aunque se operen más personas, si entran más pacientes nuevos que los que salen, la lista de espera sigue creciendo.
- Algunas comunidades autónomas tienen infraestructura antigua o insuficiente.
- El número de quirófanos, turnos o consultas externas no ha aumentado al ritmo necesario para absorber la demanda creciente.
Entonces ¿es realmente una mejora?
En parte sí, porque se están haciendo más esfuerzos (planes quirúrgicos, más contratos, refuerzo de atención primaria…), pero el desequilibrio estructural entre lo que se ofrece y lo que se necesita no se ha resuelto.Es como achicar agua con un cubo mientras sigue entrando a chorro por una grieta sin tapar.
En conclusión, lo que está ocurriendo es que algunas medidas están funcionando localmente o a corto plazo, pero el sistema no se ha adaptado al nuevo perfil de paciente ni al volumen real de demanda. Para lograr una evolución verdaderamente favorable (no solo estadística) se necesitarían:
- Más inversión estructural y sostenida.
- Nuevas formas de organización, con menos burocracia y más autonomía clínica.
- Reforzar decididamente la atención primaria, puerta de entrada del sistema.
- Una planificación estatal coordinada, no solo soluciones autonómicas aisladas.
La situación es claramente preocupante. Las listas de espera no solo dificultan el acceso eficiente a la sanidad, sino que también reflejan desequilibrios que afectan a la equidad, la calidad y la sostenibilidad del sistema público. El reto es enorme, pero no imposible: adaptando y extendiendo las mejores estrategias, se podría mejorar sustancialmente la experiencia del paciente.