Las vacaciones navideñas no podrían llegar en un peor momento para el Deportivo, que cerró el año con una dolorosa goleada por 0-4 ante el Mirandés en Riazor. Solo cinco días después de deslumbrar con un espectacular 5-1 al Castellón, los blanquiazules ofrecieron su peor versión, dejando una imagen preocupante ante un rival que expuso todas las carencias del equipo de Óscar Gilsanz.
El Deportivo, que llegó con la moral alta tras su reciente victoria, fue un espectador más en un partido dominado de principio a fin por el Mirandés, cuarto clasificado de LaLiga Hypermotion. Con un planteamiento táctico impecable, los visitantes desnudaron las vergüenzas de un Dépor irreconocible, plano y sin capacidad de reacción.
Primera parte: Lucas empeoró al Deportivo
El partido comenzó con una declaración de intenciones por parte del Mirandés, que, desde el saque inicial, dejó claro que su plan era esperar el fallo local. El Dépor, falto de ideas y precisión, apenas lograba encadenar pases en campo contrario. Ni Lucas, ni Yeremay, ni Soriano aparecían entre líneas, mientras que Barbero luchaba en solitario contra los centrales rivales sin éxito.
El primer golpe llegó en el minuto 36. Tras un centro al área, el balón golpeó en la mano de Mario Soriano, y el árbitro no dudó en señalar penalti. Izeta transformó el 0-1 con suspense, ya que Helton llegó a tocar el esférico antes de que cruzara la línea.
Lejos de reaccionar, el Deportivo se hundió. Solo cuatro minutos después, un mal despeje dejó el balón en los pies de Joel Roca, que no perdonó desde el área pequeña para poner el 0-2. Con una grada cada vez más incrédula, Lucas tuvo en sus botas la oportunidad de recortar distancias antes del descanso, pero su cabezazo se marchó desviado.
Segunda parte: humillación y desconcierto
Si alguien esperaba una reacción del Dépor tras el descanso, pronto quedó claro que no iba a llegar. Sin líderes en el campo ni un plan alternativo desde el banquillo, el equipo blanquiazul se mostró incapaz de incomodar al Mirandés.
El tercer gol visitante llegó en el minuto 55, tras una rápida recuperación en campo propio que culminó Izeta con un disparo cruzado ante un Helton vendido. El delantero vasco, en estado de gracia, completó su hat-trick ocho minutos después al conectar un centro desde la derecha y enviar el balón al fondo de la red con un sutil toque de puntera.
Con el 0-4, Riazor comenzó a vaciarse mientras el Deportivo seguía sin encontrar respuestas. La expulsión de Villares en el tramo final, tras una entrada que el VAR revisó y consideró roja directa, fue el colofón a una noche aciaga.
Un Dépor sin rumbo y muchas preguntas
El contraste con la goleada al Castellón no podría ser más abismal. En tan solo cinco días, el Deportivo pasó de ilusionar a su afición con un fútbol dinámico y efectivo a mostrar una versión apática y desbordada. Aunque el equipo cierra el año fuera de los puestos de descenso, las dudas sobre su capacidad para competir contra los grandes de la categoría se han disparado.
Óscar Gilsanz tiene mucho trabajo por delante si quiere evitar que estas derrotas se conviertan en tendencia. El parón navideño será una oportunidad para reflexionar y ajustar piezas, porque el Deportivo necesita mucho más que chispazos puntuales para garantizar su permanencia en la categoría.
Afición dividida, pero exigente
La afición, fiel incluso en los momentos más duros, abandonó Riazor antes del pitido final, reflejando el descontento con un equipo que no supo estar a la altura. El Deportivo se va de vacaciones con más sombras que luces, y con la certeza de que el margen de error en la segunda vuelta será cada vez menor.
¿Es este el Dépor que veremos en 2024, o habrá un giro que lo acerque al nivel que su afición y su historia merecen? La respuesta, después del turrón.
