Se cumple un año de la toma de posesión de la Alcaldesa en su segundo mandato, con la misma fórmula de gobierno, minoritario con apoyo externo del nacionalismo. Con once concejales frente a doce del PP y cuatro del BNG, Inés Rey ha optado por concentrar todos los poderes en el portavoz municipal, José Manuel Lage, reservándose para sí principalmente las funciones representativas. Los demás concejales han sido totalmente apartados del foco público hasta tal punto que de muchos no se conoce ni el nombre.
Así, los rasgos del primer mandato no han hecho sino agudizarse, con tensiones internas en el equipo de gobierno, salpicadas ahora de presuntas irregularidades administrativas que afectan al portavoz además de traslucir irregulares modos de funcionamiento administrativo. El abuso de las designaciones de funcionarios para puestos directivos ha llegado a los tribunales que han obligado a anular las numerosas comisiones de servicio provocando disminuciones de salario a funcionarios que ven bloqueada su carrera administrativa. Por otra parte, el numeroso equipo de alta dirección, el mayor de la historia democrática, no se ha traducido en más eficiencia, quizás por la falta de cualificación de los directores de área, unida a la pasividad de los cargos electos.
De los grandes objetivos, ninguno se ha materializado a pesar de las numerosas declaraciones. La redefinición de los usos del puerto acumula veinte años de parálisis por falta de ideas y de liderazgo. Incluso la Autoridad Portuaria ha comenzado a otorgar concesiones de uso que, de facto, comprometen cualquier proyecto de futuro.
La pomposamente llamada Ciudad de las TIC tras cuatro años no ha conseguido despegar ni en inversión, ni en empleo. El Gobierno central ha evitado comprometerse de modo que las únicas actuaciones han sido por parte de la Xunta de Galicia. Como en el caso anterior el Ayuntamiento ha evitado incluso constituir el órgano gestor. La Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), no ha pasado del Boletín Oficial a la realidad tras año y medio.
Por el contrario, se han desbloqueado las inversiones que dependen de otras Administraciones como el nuevo Hospital dependiente de la Xunta de Galicia y la nueva estación intermodal en la que participan las Administraciones estatal y autonómica. También el desarrollo del puerto exterior cumple los plazos previstos al igual que la regeneración de la ría, de competencia ministerial y a punto de concluir. Es decir, donde la intervención municipal es mínima, los proyectos avanzan.
En el ámbito estrictamente municipal sobresale la parálisis de gestión así como la poca receptividad de los miembros de la Corporación a las demandas ciudadanas. Por áreas, no se han resuelto los problemas de la recogida y tratamiento de residuos, como se comprueba en muchos lugares de la ciudad especialmente los fines de semana, cuando los contenedores desbordados ofrecen una pésima imagen de descuido. La crisis de la planta de Nostián amenaza con empeorar sin que el Ayuntamiento proponga soluciones.
En el Área de Fomento de la ciudad se acumulan los problemas. El Gerente de Turismo ha dimitido tras los recortes presupuestarios generando inquietud en el sector. El Consorcio de Promoción de la Música del que dependen la Orquesta Sinfónica y otras unidades, se encuentra sin presupuesto, infrafinanciado y con problemas de habitabilidad en el Palacio de la Ópera. La Fundación Luis Seoane presenta muestras de abandono. Las bibliotecas municipales carecen de presupuesto para la adquisición de libros, mientras el IMCE contrata más espectáculos de los que puede pagar obligando a suplementos de crédito.
En urbanismo nada se sabe de la política de vivienda pública. En deportes es manifiesta la ausencia de diálogo con los colectivos que promueven el deporte de base. Solamente en el área de Bienestar el funcionamiento y la capacidad de respuesta están siendo adecuadas.
Las esperanzas depositadas en esta Corporación eran elevadas. Disponiendo de una cómoda mayoría, gracias al apoyo nacionalista, y de la cooperación presunta del Gobierno estatal y de la Diputación Provincial, los resultados deberían de ser óptimos. Sin embargo, frente al dinamismo de Vigo, A Coruña languidece, sin pulso ni iniciativa. Si algo transmite el actual Gobierno municipal es que sus intereses están en algo distinto a la gestión de la ciudad. Tienen la suerte de que los portavoces del PP, Miguel Lorenzo y del BNG, Francisco Jorquera, parecen estar al final de sus carreras políticas, incapaces de defender y proponer un rumbo distinto.
