La falta de avances en el proyecto de reordenación de accesos, aprobado provisionalmente en 2023, mantiene un tramo de alto riesgo donde se han registrado accidentes mortales
El Bloque Nacionalista Galego (BNG) ha elevado al Congreso una exigencia clara al Ministerio de Transportes: agilizar de una vez las obras de mejora de la seguridad vial en la N-VI a su paso por Cortiñán, en el municipio coruñés de Bergondo. El diputado Néstor Rego ha registrado una iniciativa parlamentaria en la que reclama «acciones concretas» para un proyecto que lleva años estancado, pese a su aprobación inicial en febrero de 2023.
Un tramo peligroso, una demanda histórica
La N-VI, una de las principales vías de conexión en la comarca, se convierte en un punto negro al atravesar Cortiñán. La combinación de tráfico intenso, accesos mal diseñados y la falta de infraestructuras seguras ha derivado en numerosos accidentes, algunos con víctimas mortales. «Las medidas adoptadas hasta ahora son insuficientes. No podemos permitir que la burocracia ponga en riesgo vidas», declaró Rego en rueda de prensa.
El proyecto de Reordenación de Accesos en la Travesía de Cortiñán —que afecta al tramo entre los puntos kilométricos 576+200 y 577+500— sigue en fase de redacción, según la respuesta del Ministerio. Un retraso que el BNG tilda de «inaceptable»: «Dos años después de la aprobación provisional, ni siquiera se han resuelto las alegaciones. ¿Cuánto más debe esperar la ciudadanía?», cuestionó el diputado.
Vecinos al límite
La indignación vecinal crece ante la inacción. Cortiñán, una parroquia densamente poblada, sufre atascos diarios y un elevado riesgo para peatones y conductores. «Es una carretera obsoleta para el volumen actual», denuncia Carlos Míguez, portavoz de la asociación de vecinos de Bergondo, quien recuerda que las promesas de mejora «llevan décadas encima de la mesa».
El BNG insiste en que el Ministerio debe priorizar la obra: «No es solo movilidad, es seguridad. Exigimos plazos claros y un compromiso firme», zanjó Rego. Mientras, los bergondeses miran al calendario con escepticismo: otra vez, la pelota está en el tejado del Gobierno.