Ni la alcaldesa ni los concejales del gobierno “disfrutan” o “sufren” el carril bici en sus viviendas
El carril bici en A Coruña se ha convertido en un tema recurrente de debate. Mientras la alcaldesa Inés Rey lo presenta como un pilar de su apuesta por la movilidad sostenible, las críticas ciudadanas y los informes de expertos señalan importantes deficiencias en su diseño, mantenimiento y utilidad real. Este análisis examina las principales problemáticas asociadas al carril bici, así como las contradicciones en su implementación.
Deficiencias estructurales y de diseño
Una de las principales críticas hacia la red de carriles bici de A Coruña es su falta de continuidad y uniformidad. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) calificó recientemente esta infraestructura como “muy mala”, ubicando a la ciudad como la segunda peor en España en movilidad sobre dos ruedas, con una puntuación de una estrella sobre cinco. Entre los problemas destacados se encuentran:
- Falta de conexión y utilidad: muchos carriles no enlazan puntos clave de la ciudad, limitando su uso como medio de transporte efectivo.
- Ciclocarriles inseguros: en vías como Juan Flórez, el ciclocarril no es más que una bicicleta pintada en el suelo con una señal de límite de velocidad a 30 km/h. En avenidas con tráfico intenso, esta solución no ofrece suficiente seguridad ni incentiva el uso de la bicicleta.
- Tramos peligrosos: un ejemplo es el carril bici de Salgado Torres, donde la falta de mantenimiento, la vegetación acumulada y la ausencia de señalización adecuada convierten el tramo en una zona de riesgo.
Falta de un Plan Integral de Movilidad
El carril bici en A Coruña parece haber sido diseñado de manera fragmentada, sin un proyecto global que contemple la movilidad sostenible de forma integral. Esto genera una serie de problemas:
- Señalización insuficiente: la escasa señalización en cruces e intersecciones pone en peligro a ciclistas, peatones y conductores.
- Ausencia de normativa clara: no existen reglas bien definidas para la circulación de bicicletas, patinetes y otros vehículos similares, lo que genera confusión y conflictos entre los usuarios de la vía.
Impacto negativo en los vecinos
La implementación de carriles bici ha generado tensiones en algunos barrios de la ciudad, como en el caso del barrio dos Mallos. La eliminación de plazas de aparcamiento y la reducción del ancho de las aceras en ciertos tramos han provocado críticas por parte de los vecinos. En una ciudad caracterizada por un urbanismo de altura y una alta demanda de estacionamiento, estas medidas son percibidas como contraproducentes.
Además, algunos carriles bici parecen haber sido diseñados solo para cumplir con subvenciones europeas, sin tener en cuenta su utilidad práctica. Por ejemplo, hay tramos que no conducen a ningún lugar relevante o carecen de continuidad.
Contradicciones en el discurso político
Un aspecto que genera especial crítica es la percepción de que el carril bici no afecta a la alcaldesa ni a los concejales de su gobierno. Ninguno de los tramos construidos pasa por delante de las viviendas de los integrantes del equipo de gobierno, lo que alimenta la idea de que predican una cosa pero no están dispuestos a asumir las consecuencias en su entorno inmediato.
Esta situación refuerza la percepción de que el proyecto carece de convicción real por parte de quienes lo promueven, y se interpreta como un mensaje de “haz lo que digo, no lo que hago”.
Problemas de gestión y percepción pública
Aunque la alcaldesa Inés Rey ha defendido la ampliación de la red de carriles bici y el programa BiciCoruña como grandes logros, estos esfuerzos se ven empañados por las deficiencias de la infraestructura. La falta de mantenimiento, las conexiones ineficientes y la inseguridad en algunos tramos hacen que el uso de la bicicleta como medio de transporte sea una opción poco viable para muchos ciudadanos.
Además, la ausencia de un plan integral de movilidad sostenible limita el impacto positivo de estas iniciativas y genera descontento entre los ciudadanos.
El carril bici en A Coruña tiene el potencial de ser una herramienta clave para fomentar la movilidad sostenible y reducir la dependencia del automóvil, pero actualmente presenta graves deficiencias que comprometen su utilidad y seguridad. Sin un plan integral, una mejor gestión y una mayor coherencia en su implementación, estas infraestructuras corren el riesgo de convertirse en un ejemplo más de políticas que priorizan la imagen sobre la funcionalidad.
Si el Gobierno municipal realmente desea que la bicicleta sea una alternativa viable, debe abordar las críticas actuales y trabajar en una red de carriles bici que sea segura, funcional y beneficiosa para toda la ciudadanía.
