20/10/2025

La OSG: Excelencia sobre el alambre, con la presidenta en la sombra

La nueva temporada de la Sinfónica, presentada con dos meses de retraso, es un ejercicio de equilibrismo para salvar los muebles gracias al talento de sus músicos, mientras la alcaldesa Inés Rey brilla por su ausencia de soluciones

La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) ha presentado su temporada 2025-2026. O, para ser más precisos, la ha presentado su director titular, Roberto González-Monjas, sus músicos y una nómina de solistas de lujo. El acto, eso sí, contó con la ineludible presencia protocolaria de Inés Rey, alcaldesa de A Coruña y presidenta del Consorcio de la Música, que se acercó al Palacio de la Ópera —cómo no— para ocupar el sitio que la foto requiere. Una imagen que contrasta poderosamente con su prolongado y sonoro silencio desde el ayuntamiento de María Pita, donde se han cocinado los recortes que asfixian a la formación.

Sorprende ver a la regidora en uno de los recintos culturales que su política de austeridad mantiene en vilo. Más aún cuando, durante su intervención, optó por el piloto automático de los eslóganes huecos, hablando de un “compromiso con la ciudad y con las nuevas generaciones” que su propia administración se ha encargado de poner en entredicho. Mientras el gerente y los artistas esbozaban una temporada de supervivencia, la presidenta evadió con maestría cualquier mención a una solución tangible para la crisis económica del Consorcio que ella preside y que conoce de primera mano desde hace, como mínimo, un año. No aportó luz, solo ocupó un lugar.

Una temporada internacional… a pesar de todo

Hay que destacar, porque la OSG se lo merece, la excelencia de una programación que parece un acto de rebeldía contra las circunstancias. 22 conciertos de abono con figuras de la talla del director titular Roberto González-Monjas, los ex titulares Dima Slobodeniouk y Víctor Pablo Pérez y el asociado José Trigueros. El podio contará con el talento de tres directoras invitadas de prestigio: Ana María Patiño, Eva Ollikainen y Delyana Lazarova. A ellos se suman solistas de referencia internacional como el pianista Javier Perianes, el también pianista Alexandre Kantorow, el violonchelista Maximilian Hornung o el guitarrista Thibaut García, sin olvidar a la nueva concertino de la OSG, la violinista vasca Olatz Ruiz de Gordejuela.

La OSG se embarcará incluso en una gira por el Reino Unido, un modesto aunque loable intento de recuperar el eco de aquellas giras gloriosas por América y países árabes que firmaron los visionarios de su fundación, Paco Vázquez y José Luis Méndez Romeu.

Es justo aquí donde la ironía se hace más amarga. Esta temporada, diversa y con vocación internacional, es el fruto de un trabajo artístico que mira al futuro mientras la política cultural municipal vive anclada en la más corta de las miras. Se anuncia con orgullo la apertura de ensayos a estudiantes y proyectos didácticos como ‘Lúa’, de Fernando Briones. Pero suenan a déjà vu y a pincelada de buena intención para tapar la falta de iniciativa. No en vano, en las pasadas fiestas de María Pita, el Consorcio que preside Inés Rey optó por suprimir el concierto de la Orquesta Joven. La justificación económica, risible si no fuera triste, se centró en “el coste del bocadillo” para los jóvenes músicos, dado que estos no cobran salario. Literalmente, se les quitó el bocadillo de la boca.

El termómetro de un futuro incierto

Esta temporada será, nos tememos, el termómetro del porvenir que aguarda a la OSG. O logra, por pura excelencia artística, sobreponerse a la asfixia presupuestaria y recupera su liderazgo, o inicia una lenta y triste reconversión hacia una formación desvirtuada, abocada a proyectos meramente comerciales que nada tienen que ver con el sueño de sus fundadores.

Como anécdota perfecta para resumir el acto, al director titular de la orquesta, Roberto González-Monjas, se le presentó como “artista internacional” (según consta en la nota de prensa oficial). Un lapsus o un guiño involuntario a la realidad: quizás la institución prefiera hoy mirarle como una figura invitada y prestigiosa, en lugar de como el líder estable de un proyecto con el que la máxima responsable política no acaba de comprometerse.

La OSG, una vez más, salvará los papeles. Lo hará como siempre lo ha hecho: gracias a la entrega y el talento de sus músicos y los artistas invitados. La pregunta que flota en el aire del Palacio de la Ópera es cuánto tiempo podrá aguantar esta formación la ausencia de un liderazgo político a su altura. Mientras, Inés Rey ya tiene su foto.

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