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La Accesibilidad a Dos Velocidades: El Plan de Adaptación de Paradas de A Coruña Necesitaría 60 Años

El gobierno de Inés Rey anuncia la reforma de 16 nuevas paradas con fondos europeos, pero el ritmo de ejecución, extrapolando sus propios datos, condena a una parte de la ciudadanía a la exclusión del transporte público hasta finales de siglo

Avanzar en accesibilidad es avanzar en derechos. Con esta contundente frase, la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, presentaba recientemente la adaptación de 16 paradas de autobús urbano, una actuación cofinanciada con fondos Next Generation de la UE. Sin embargo, detrás del anuncio institucional y la retórica de progreso se esconde una cruda realidad matemática: al ritmo actual de ejecución, la ciudad no dispondrá de una red de transporte público plenamente accesible hasta finales de siglo, dejando en evidencia una planificación que críticos califican de «insuficiente» y «a dos velocidades».

La actuación, enmarcada en un plan más amplio, parece un paso adelante. Con estas 16 paradas,  son 60 las que el gobierno local asegura haber adecuado desde que Rey asumió el mandato en 2019. El problema reside en la escala. Según las referencias de la Compañía de Tranvías, la red municipal cuenta con aproximadamente 600 paradas. Si en seis años se han adaptado 60, la media es de 10 por año. Simple aritmética: para completar las 600 se necesitarían 60 años, llevando la finalización de la obra al año 2079. Y esto suponiendo que no se añadan nuevas paradas y que el ritmo se mantenga constante, un escenario poco probable.

Este calendario maratoniano choca frontalmente con la demografía coruñesa. A Coruña es una de las ciudades con la población más envejecida de Galicia y de España. Para cuando el proyecto estuviera teóricamente concluido, una parte significativa de la población que hoy necesita o necesitará en el futuro próximo estos recursos –personas con movilidad reducida, mayores o familias con carritos– «no estaremos vivos», como denunciaron fuentes críticas con la gestión. La accesibilidad, por tanto, se posterga para una generación futura, negando el derecho al presente.

Las Consecuencias de la Espera: Exclusión e Incomodidad

La falta de adaptación no es una mera cuestión de comodidad; es una barrera física que segrega y excluye. Una parada no adaptada implica:

  • Dificultad o imposibilidad de subir o bajar del autobús para usuarios de sillas de ruedas o con problemas de movilidad severos.
  • Riesgo constante para personas mayores que deben sortear bordillos altos o esperar en espacios inseguros.
  • Incomodidad extrema para familias con carritos de bebé, obligadas a realizar maniobras peligrosas.
  • Falta de refugio: Muchas de las paradas, lejos de estar adaptadas, ni siquiera cuentan con marquesinas que protejan a los usuarios de la lluvia y el viento, una imagen habitual en los barrios periféricos.

Una Ciudad a Dos Ritmos: Centro vs. Periferia

La alcaldesa destacó los barrios donde se intervendrá en esta fase, pero un recorrido por la ciudad evidencia una brecha palpable. Mientras que las paradas del centro y las áreas más céntricas suelen contar con mejores infraestructuras, las de los barrios exteriores presentan a menudo un estado de abandono claro. Esta disparidad pinta el mapa de una A Coruña a dos velocidades: una accesible, moderna y preparada para el ciudadano; y otra, la de la periferia, que queda relegada a un segundo plano en la agenda de las obras públicas.

El gobierno municipal argumenta que el plan es continuo y que se irán buscando nuevas financiaciones para acelerar el proceso. Sin embargo, para las asociaciones de personas con discapacidad y vecinos afectados, las promesas a largo plazo no solucionan los obstáculos del día a día.

La conclusión es evidente: aunque la dirección es la correcta, la velocidad es insostenible. El anuncio de 16 paradas, aunque positivo en sí mismo, actúa como un espejismo que oculta la lentitud de un proyecto vital para la igualdad. La pregunta que flota en el aire es si una ciudad que se precie de ser amable e inclusiva puede permitirse el lujo de dejar a una parte de su ciudadanía esperando en la parada, literalmente, durante más de medio siglo.

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